Tenemos que hablar de Kevin es una novela de Lionel Shriver que conocía por su adaptación cinematográfica del 2011 (que aún no he visto), y que tenía muchas ganas de leer desde que me la recomendaron hace un par de años.
TENEMOS QUE HABLAR DE KEVIN
Tenemos que hablar de Kevin es una novela epistolar. Cartas largas y detalladas de una mujer a su exesposo, Franklin, el padre de su hijo. Cartas llenas de una ironía cruel y desganada. Poco queda de Eva, la mujer que las firma, salvo las palabras. Lo que quiere contarle a Franklin es la catástrofe de su maternidad. El hijo, Kevin, está preso. Es un adolescente y es un asesino. Y ella necesita nombrar a ese joven al que no supo amar y preguntarse por el origen del Mal.
No hay nadie querible en esta novela de Lionel Shriver. Eva es una empresaria exitosa, creadora de guías de turismo hípster; Franklin es un publicista. Kevin irrumpe como una maldición en su vida perfecta. Es terrible desde que nace. Nada le importa. No es posible castigarlo ni amenazalo porque odia vivir y todo le aburre, salvo la crueldad. Kevin culpa a sus padres de haberlo traído a este mundo estúpido y se venga, no solo como autor de una masacre, sino como niño imposible, que ataca a los débiles, que usa pañales hasta los seis años, que aprende a leer y a sumar en secreto, como si un demonio le susurrara el conocimiento desde el abismo.
Después de leer Propiedad privada tenía claro que repetiría con Lionel Shriver. Y quería hacerlo con Tenemos que hablar de Kevin, una novela que varias personas me han recomendado y con un argumento que me llamaba mucho.
Ésta es una novela epistolar, compuesta por largas cartas que la protagonista, Eva, le escribe al que fue su marido, Franklin.
En esas cartas Eva comparte con Franklin sus recuerdos, reflexiona sobre la maternidad y se sincera totalmente sobre sus sentimientos y pensamientos. Le cuenta cómo es su vida ahora, repasa su relación de pareja, habla de los motivos que la llevaron a ser madre (a pesar de que nunca quiso serlo) y recuerda el comportamiento de su hijo Kevin a lo largo de los años y la relación que ha tenido con él desde que nació hasta el presente. Una relación madre-hijo complicada y falta de cariño mutuo, que repasa llena de culpa, planteándose si la forma de ser de su hijo y lo que hizo son consecuencias de su falta de aprecio hacia él.
A través de estas cartas tan personales conoceremos poco a poco la historia de Eva y de su familia, y descubriremos porqué su hijo adolescente está en prisión. Algo que podemos intuir con facilidad gracias a los datos y pistas que Eva nos va dando, pero de lo que no sabremos los detalles hasta llegar a las últimas páginas, que son decorazonadoras.
Por eso, a pesar de que lo que hizo Kevin no me pilló de sorpresa porque sospeché varias cosas con facilidad (y desee que el desenlace no fuera el que yo imaginaba), el final de esta novela me impactó igualmente y no creo que lo olvide con facilidad.
Los personajes principales de este libro me han parecido interesantes, pero imposibles de querer. Con comportamientos y actitudes que no lograba entender y que hicieron que me resultaran incluso desagradables, a veces.
Eva es una mujer que se embarca en la tarea de ser madre por motivos absurdos, lo que hace que no sienta afecto por ese hijo al que en realidad no quería tener y que, además, no se lo pone nada fácil, ya que es incontrolable y parece tener una maldad innata y un desapego hacia todo.
Franklin, el marido de Eva, es un hombre que se preocupa únicamente por su hijo, al que consiente y justifica, negándose a ver su mal comportamiento. Lo que no ayuda a mejorar la relación entre madre e hijo, ya que Kevin siempre se sale con la suya, mientras que Eva es ignorada o juzgada con una dureza injusta cada vez que intenta hablar con su marido de la actitud de su hijo.
Y Kevin es un niño incontrolable, manipulador, con una falta total de intereses y de empatía, y con una maldad (quizá innata o quizá provocada por el rechazo que su madre siente hacia él) que demuestra desde que es un bebé y que lo llevan a cometer unos actos terribles.
Aún así, me parecen unos personajes bien construidos, creíbles y bastante interesantes. Pero con los que resulta muy complicado empatizar.
Todo esto hace de Tenemos que hablar de Kevin una novela diferente, dura, triste e impactante, pero que me ha gustado mucho (tanto que es, por el momento, mi mejor lectura de este 2023). Un libro muy recomendable, de esos que no se olvidan fácilmente.
6 Comentarios
Vi la peli 🎬 así que tengo que leer este libro 🖤 muchas gracias por esta gran reseña.
ResponderEliminarUn besote desde Plegarias en la Noche
Yo aún tengo pendiente la peli, pero no creo que tarde mucho en verla. A ver que te parece el libro, espero que te guste tanto como a mi.
EliminarUn abrazo.
¡Hola! ^^
ResponderEliminarTengo intención de ver la película algún día, y también leer el libro, pero ahora mismo no me apetece nada leer una historia tan dura.
Besos!
¡Hola!
EliminarYo tengo pendiente ver la peli, espero que pronto.
Un saludo.
Me habían recomendado la película y ahora estoy en una encrucijada.
ResponderEliminarUn beso grande.
El libro está muy bien, es durisimo pero a mí me gustó mucho. La película aún no la he visto, así que no te puedo decir.
EliminarUn abrazo.