Donantes de sueño
Una epidemia de insomnio sacude Estados Unidos. Miles de personas mueren tras semanas sin lograr conciliar el sueño; caen rendidas, sumidas en la más absoluta desesperación y devoradas por la locura. Trish Edgewater trabaja como captadora de donantes de sueño para las Brigadas Duermevela, una organización sin ánimo de lucro que busca personas dispuestas a ceder algunas de sus horas de descanso y salvar con sus transfusiones las vidas de unos pocos insomnes. Trish es una reclutadora ejemplar, cuyo talento solo se explica a través de su biografía: su hermana Dori fue una de las primeras víctimas mortales de la crisis del sueño, y el emotivo relato de su agonía y muerte vuelve el discurso de Trish prácticamente infalible.
Sin embargo, cuando entran en escena la Bebé A, primera donante universal del sueño, y el Donante Y, cuyas transfusiones contaminadas desatan una oleada de pesadillas inhumanas, Trish comienza a cuestionarse los límites éticos de una profesión aparentemente altruista.
Donantes de sueño es una novela de menos de 180 páginas que nos traslada a un interesante (y algo inquietante) mundo en el que una pandemia de insomnio está matando a miles de personas. Los afectados no son capaces de conciliar el sueño ni siquiera con fármacos y, tras semanas de desesperación por no poder dormir, acaban muriendo. Su única esperanza para permanecer vivos mientras se encuentra una cura definitiva son las transfusiones de sueño.
Y ahí es donde entran en juego las Brigadas Duermevela, una organización sin ánimo de lucro que se ocupa de buscar donantes, es decir, personas que aún pueden dormir dispuestas a donar desinteresadamente algunas de sus horas de sueño.
La situación es tan desesperada, sobre todo después de que una de estas donaciones provoque a muchas personas unas terribles pesadillas (tan espantosas que prefieren no dormir aún sabiendo que eso los matará), que hasta los bebés pueden donar si las brigadas consiguen el consentimiendo de sus padres. Lo que lleva a descubrir a la Bebé A, primera y única donante universal conocida hasta el momento, cuyo sueño es extremadamente útil y necesario, por lo que le piden que done de manera habitual.
La protagonista y narradora de este libro es Trish, una joven que nos hablará de la labor que lleva a cabo en las Brigadas Duermevela y de cómo usa la historia de su hermana Dori (que falleció por la falta de sueño al inicio de esta pandemia) y el dolor que su pérdida le produjo para conseguir donantes. Pero también reflexionará sobre la generosidad, la culpa, el chantaje emocional, la histeria colectiva, la corrupción, la existencia de personas que intentan sacar provecho y lucrarse a costa de una tragedia, y se replanteará hasta qué punto es moralmente aceptable exigirle donaciones periódicas a un bebé, aunque hacerlo salve muchas vidas.
Y es que esta historia se centra más en reflexionar sobre ciertos dilemas éticos y morales, que en ese interesante mundo distópico donde la gente muere por culpa del insomnio. Lo que me dejó con la sensación de que la autora desaprovecha un poco este mundo tan interesante y que podía haber dado mucho de sí en una novela más extensa.
Por eso, aunque el libro no está mal y diría que merece la pena leerlo aunque solo sea por conocer esa sociedad en la que la gente ya no puede dormir, la verdad es que se me ha quedado algo corto y me ha sabido a poco, como si a la historia le faltara algo. Y es que el abrupto final de esta novela me dejó con ganas de más y deseando saber qué les ocurriría a ciertos personajes a partir de ese momento, casi como si la historia hubiera acabado antes de tiempo. Y la verdad es que nunca me han gustado demasiado los finales abiertos.
2 Comentarios
Hola, pues parecía muy interesante y prometía, la verdad... pero esa pequeña decepción tuya va a hacer que me lo piense más deteinidamente.
ResponderEliminarUn besazo
¡Hola!
EliminarSí, la verdad es que el argumento de este libro suena de lo más interesante, tanto que no pude dejarlo pasar a pesar de haber visto alguna reseña no muy positiva. Es una pena que la autora no le haya sacado más provecho.
Un abrazo.