Ay, William
Ay, William, de Elizabeth Strout, es el tercer libro de la serie Amgash o serie de Lucy Barton, ya que Lucy es un personajes que aparece en todas las novelas de esta serie (cinco por el momento) y narra varias de ellas.
AY, WILLIAM
Inesperadamente, Lucy Barton se convierte en confidente y apoyo de William, su exmarido, el hombre con el que ha tenido dos hijas, pero que ahora es casi un desconocido presa de terrores nocturnos y empecinado en desvelar el secreto de su madre.
Mientras su nuevo matrimonio se tambalea, William quiere que Lucy lo acompañe en un viaje del que no regresará siendo el mismo. ¿Cuántos sentimientos —celos, piedad, temor, ternura, decepción, extrañeza— caben en un matrimonio, incluso cuando este ha terminado, si es que tal cosa es posible? Y en el centro de esta historia, la voz indomable de Lucy Barton, su reflexión profunda y perenne sobe nuestra propia existencia: «Así es la vida: son muchas las cosas de las que no nos damos cuenta hasta que es demasiado tarde».
Hace unos meses, me regalaron por mi cumpleaños la última novela de Elizabeth Strout: Cuéntamelo todo. Y según leí en la sinopsis, en este libro aparecen dos personajes ya conocidos por los lectores de Strout: Olive Kitteridge y Lucy Barton.
Los dos libros protagonizados por Olive (Olive Kitteridge y Luz de febrero) los leí hace unos años, pero de los de Lucy solamente había leído el primero (Me llamo Lucy Barton). Y aunque se pueden leer de manera independiente, quería leer los tres libros que me faltaban de la serie Amgash antes de empezar Cuéntamelo todo. Así que en abril leí Todo es posible (un libro de relatos que ni fu ni fa) y a principios de este mes Ay, William, que me gustó mucho más de lo que esperaba.
Este libro está narrado por Lucy Barton, una reconocida escritora que en esta ocasión nos habla de su exmarido, William. De la nueva familia de este, de las hijas que tienen en común, de cómo fue y es actualmente su relación, de cómo se sentía con él, de porqué se separaron. Pero también de los orígenes de ambos, de la complicada infancia de Lucy, de su maternidad, de la relación que tenía con la madre de William, de su segundo marido y de lo diferentes que han sido sus dos matrimonios.
A pesar de llevar años separados, Lucy y William mantienen un trato cordial. Por eso él recurre a ella cuando siente que su vida se tambalea. Cuando sufre terrores nocturnos, cuando descubre algo inesperado de su difunta madre que lo atormenta, incluso cuando tiene problemas con su actual mujer, Lucy se convierte en su confidente, en su apoyo.
Y es que, aunque no siempre pase a la inversa, porque William es un tipo algo egoísta (o por lo menos a mí me lo ha parecido), Lucy siempre está ahí para ayudarlo cuando él la necesita.
Y así, mientras nos habla de su exmarido y de cómo lo acompañó a indagar sobre el pasado de su madre, Lucy comienza a saltar de unos recuerdos a otros, rememorando distintos momentos de su vida y de su historia en común con William.
Aunque me gusta como escribe Elisabeth Strout y la facilidad con la que transmite tanto a través de historias sencillas, el libro anterior de esta serie no me dijo demasiado. Y empezaba a pensar que tal vez este tipo de libros, y en concreto la historia de Lucy, no eran para mí. Pero esta novela intimista y melancólica de poco más de doscientas páginas, que reflexiona e invita a reflexionar sobre las relaciones humanas, me ha gustado bastante.
Así que, si te suelen gustar los personajes peculiares e imperfectos y las historias intimistas que invitan a reflexionar, seguramente Ay, William sea un libro para ti.
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