Este clásico de Harper Lee era uno de mis eternos pendientes, uno de esos libros que tenía en mi lista desde hace años pero que no me decidía a leer. Hasta que en octubre del año pasado me animé, por fin, a cogerlo en la biblioteca.
MATAR A UN RUISEÑOR
«Disparad a todos los arrendajos azules que queráis, si podeís acertarles, pero recordad que es un pecado matar a un ruiseñor».
Este es el consejo que da a sus hijos un abogado que está defendiendo al verdadero ruiseñor del clásico de Harper Lee: un hombre de color acusado de violar a una joven blanca. Desde la mirada de Jem y Scout Finch, Harper Lee explora con humor y una honestidad insobornable la actitud irracional que en cuestiones de raza y clase social tenían los adultos del Sur profundo en los años treinta. La conciencia de una ciudad imprengada de prejuicios, violencia e hipocresía se enfrenta con la fortaleza y el heroísmo silencioso de un hombre que lucha por la justicia.
Hacía tiempo que quería leer este libro, pero siempre me echaba para atrás el miedo a que fuera complicado de leer o que el tema del que trata se me hiciera pesado. Sin embargo, ha sido todo lo contrario y Matar a un ruiseñor me resultó fácil de leer, me atrapó desde el principio y he disfrutado mucho de esta lectura.
La trama transcurre en los años 30 en Maycomb, un pueblo de Alabama en el que vive, junto a su padre y su hermano mayor, una niña llamada Scout Finch, que será la narradora de esta historia.
Desde el punto de vista de Scout, y con esa manera de ver y entender las cosas que tienen los niños, conoceremos a su familia, sus vecinos, su colegio, el trabajo de su padre y todo lo que rodea a esta pequeña niña. Y así, poco a poco, iremos descubriendo a la gente de Maycomb, el racismo, la desigualdad de clases y la segregación racial de la época, los principales acontecimientos del barrio y, sobre todo, a la familia Finch.
Lo que nos permitirá conocer mejor a Scout y a quienes la rodean. Especialmente a su hermano Jem y a su padre, Atticus, un hombre con unos valores y una forma de pensar que contrastan con los de la mayoría de la sociedad de esa época, lo que le llevará a convertirse en el abogado defensor de un hombre negro acusado de violar a una chica blanca.
Pensaba que la novela se centraría únicamente en el tema del juicio. Por eso me sorprendió ver que, aunque el juicio es una parte fundamental de la historia y el desencadenante de hechos importantes, esta novela cuenta mucho más. Y antes de llegar al momento del juicio (más o menos hacia la mitad del libro), habla sin prisas de la infancia de Scout, de cómo ve ella el mundo que la rodea, a su familia, a sus vecinos y todo lo que sucede a su alrededor. Permitiéndonos así conocer mejor a los personajes y la sociedad de la época. Y aunque esto hace que la historia avance lentamente, tambien la hace más entrañable.
En definitiva, Matar a un ruiseñor es una novela con una historia interesante, pero de ritmo pausado. Que habla de racismo, principios, justicia, desigualdad social, y nos muestra lo mejor y lo peor de la sociedad a través del inocente y peculiar punto de vista de una niña. Lo que hace que la narración sea sencilla y le da a la historia un toque entrañable.
Además, tiene un final que, sin ser espectacular o especialmente impactante, me gustó y me dejó muy buen sabor de boca.
Un clásico que me alegro de haber leído por fin y que no puedo hacer otra cosa que recomendar, ya que me ha gustado mucho.
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