La chica de al lado


La chica de al lado, de Jack Ketchum, es una de esas novelas que muestra la peor cara del ser humano. Una historia de abuso y maltrato infantil con una crueldad y una maldad extrema, que resulta aún más escalofriante al saber que está basada en la historia real de Sylvia Likens.



LA CHICA DE AL LADO





Basada en una historia real, el asesinato de Sylvia Likens en 1965, la novela cuenta a través de los ojos de su vecino preadolescende, David, la historia de Meg Loughlin y su hermana Susan. Ambas se mudan, tras la muerte de sus padres, a casa de Ruth Chandler y sus hijos en el verano de 1958. Lo que parece que va a ser un verano tranquilo dedicado a la pesca de cangrejos, a jugar al béisbol y a acudir a la feria, se torna en una terrible pesadilla de tortura y abusos.




Esta dura historia transcurre en un barrio tranquilo, de esos en los que todos se conocen. En una época, a finales de los años 50, en la que la gente no cerraba las puertas de sus casa con llave y los niños podían pasarse todo el día por ahí, haciendo lo que quisieran sin que sus padres se preocuparan demasiado por dónde estaban o a qué dedicaban el tiempo.
Un día a principios de verano llegan a este barrio dos niñas, Meg y Susan. Sus padres han muerto en un accidente de tráfico y ambas hermanas serán acogidas por Ruth Chandler.


El narrador de esta historia es David, un niño de doce años que vive enfrente de la familia Chandler, en cuya casa pasa mucho tiempo ya que es amigo de los hijos de Ruth, y a los niños les gusta reunirse allí porque Ruth es bastante permisiva y hasta les ofrece alguna cerveza de vez en cuando. 


En la primera mitad del libro conoceremos un poco el barrio y veremos cómo es la relación de David con la familia Chandler y la simpatía que siente desde el primer momento hacia Meg, la mayor de las niñas. Todo lo contrario que Ruth, que desde el principio y sin ningún motivo, parece sentir bastante desprecio hacia ella.

Cuando llegamos a la segunda mitad es cuando la historia se vuelve más perturbadora. El desprecio de Ruth hacia Meg pasa a convertirse en autentico odio, y la chica de 14 años comienza a sufrir vejaciones y maltrato por parte de esta mujer y de sus hijos.
La situación va cada vez a peor, y la violencia y crueldad hacia Meg aumentan escalofriantemente hasta convertirse en autentica tortura, llevada a cabo no solo por la familia Chandler, sino también por otros niños del barrio que son invitados a mirar y participar. 

Y entre los que miran (y no hacen nada por acabar con esa situación) se encuentra David, que se debate entre la culpabilidad y la fascinación por lo que está ocurriendo, por lo que un adulto hace y les permite hacer. Por eso cuesta mucho entender su actitud y aceptar su silencio, que resulta cruel y frustrante.

Y es que cuesta entender que pueda existir gente tan despiadada, pero más aún comprender la falta de empatía que prácticamente todos muestran hacia Meg y como cada vez más jóvenes se unen a esa tortura, sin que nadie haga nada para ponerle fin.
Por eso, cuando acabé esta novela no sabía qué era peor, qué daba más miedo, que una mujer adulta, una madre, permita y aliente a unos niños a torturar a alguien, o que tantos niños acepten con esa facilidad el permiso que les da un adulto para dar rienda suelta a su crueldad, violencia y sadismo contra una niña indefensa.


En resumen, La chica de al lado es un libro con una estremecedora y dolorosamente cruel historia de tortura y abuso infantil, de esas que te deja mal cuerpo y te hace sentir impotencia (por lo que puede no ser una lectura apta para todo el mundo). 
Pero a pesar de ser uno de los libros más duros que he leído, también es un libro narrado de tal manera que no podía parar de leer, que me ha gustado mucho y que está entre mis mejores lecturas de este 2023. 




8/10



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